25 de agosto de 2014

Educación saludable


Cuando se habla de educación para la salud, educación sanitaria y formación de recursos humanos en salud es fundamental reconocer que bajo toda práctica educativa subyace un discurso teórico-epistémico, el de la propia noción de educación, el de la noción de salud, el mismo ideal de ser humano y de sociedad que se busca. De la forma como la institución educadora y el educador respondan a preguntas sobre “¿para qué educamos?” y “¿cómo educamos?” dependerá la forma como se configure el acto educativo, así como los roles que asuman todos los actores del proceso.

En la Educación para la Salud se realizan acciones con un enfoque de desarrollo personal (centradas en el individuo) y otras de desarrollo social (dirigidas a grupos y organizaciones comunitarias); cuando la educación para la salud favorece el desarrollo de capacidades para el autodiagnóstico, el aprendizaje permanente, la toma de decisiones –individuales o por consenso-, la organización familiar o comunitaria, cuando favorece conocimientos en materia de protección de la salud, prevención de riesgos y enfermedades y, especialmente, saberes específicos en materia del ejercicio de los derechos para su atención, podemos decir que es una educación para la salud que genera empoderamiento y una educación para la vida.

Esto implica que el educador para la salud no puede ser sólo un transmisor de información ni un capacitador en temas especializados; se requiere que actúe como un problematizador, como un facilitador de situaciones y de oportunidades para reflexionar, para autocuestionar las actitudes y, especialmente, para construir saberes que permitan a las personas transformar sus vidas y sus prácticas de cuidado de la salud.


Por otro lado, la llamada educación médica o educación en ciencias de la salud, consiste en la formación de estudiantes de pre y posgrado dentro de campos disciplinares que contribuyen a la investigación y la atención de la salud y la enfermedad de las poblaciones. Al ser predominantemente una educación universitaria ha estado dominada por el enfoque academicista del conocimiento y el enfoque biologicista y patológico de la salud/enfermedad. La enseñanza médica o de ciencias de la salud enfrenta también la difícil tarea de renovar sus objetos de estudio, sus paradigmas pedagógicos y las propias actitudes personales de los cuerpos docentes. En Salud Pública hemos asumido que la “Educación en Salud” representa un campo multidisciplinar en el que se suman saberes de las ciencias de la salud y la biomedicina, de las ciencias de la conducta, de las ciencias de la educación y de las ciencias de la comunicación; esto ha implicado el compromiso por desarrollar programas de estudio y prácticas educativas con una visión más social e integral de la educación, la salud y el desarrollo humano; también la búsqueda de modelos de enseñanza constructivistas, que favorezcan la colaboración entre pares, el aprendizaje autónomo, la práctica profesional situada en contextos significativos y de realidad. Una educación profesional reflexiva y socialmente pertinente.

Ese ideal de educación para la salud y educación en salud aún está lejos. Debemos reconocer que la instrucción comunitaria en temas de salud, la asesoría individual en consulta y la educación médica o en ciencias de la salud, se ha caracterizado por el manejo dogmático del conocimiento, la verticalidad y unidireccionalidad de la comunicación y por el uso de métodos de enseñanza expositivos que fomentan el rol de receptor pasivo en el estudiante; ha sido por mucho tiempo una enseñanza bancaria que aliena más que empoderar.


Por ello resulta aún más necesario que en ambos ámbitos de acción –con la población usuaria de los servicios y en la formación profesional de trabajadores de la salud- se trabaje por lograr una educación saludable, que ayude a las personas a reconocer y reflexionar su realidad, que les permita participar en su entorno familiar y social con una mayor conciencia del origen de los problemas relacionados con la salud, que les acompañe en el proceso de descubrir los recursos informativos para cuidarse y cuidar de los demás, incluso que les permita identificar aquellos factores negativos para el cuidado de la salud que están determinados a un nivel superior a su propia voluntad y, finalmente, se requiere de una educación saludable que favorezca condiciones para que las personas tomen decisiones responsables e informadas para la transformación positiva de su vida y su entorno.

Es bajo esta lógica que surgió el nombre de este blog como “Educación saludable”, pensando en las acciones educativas generadas con la población para la protección de su salud, así como en un estilo de interacción educativa que hace falta en los espacios formales de preparación del recurso humano en salud: una interacción educativa saludable que respete las experiencias, los contextos y las perspectivas de las y los participantes, que potencie su desarrollo humano, que estimule en ellos la cooperación… actos educativos que no enfermen.

23 de agosto de 2014

Cómo llegamos a la actual Educación para la Salud




El concepto de Educación para la Salud ha ido evolucionando en las últimas décadas; hoy se entiende como una herramienta dialógica y participativa para potenciar el desarrollo de las personas y facilitar el mejoramiento de la salud de las poblaciones; sin embargo, esta concepción se fue construyendo al paso de los años, de la mano de los mismos cambios en el concepto de salud y de las transformaciones epistemológicas en los modelos y métodos pedagógicos.

La historia respecto al surgimiento y consolidación de la Educación para la Salud como campo disciplinar y quehacer sanitario es larga; su origen se remonta a finales del siglo XIX cuando especialistas sanitarios enfatizaron la necesidad de incorporar en la formación de médicos temas como el saneamiento ambiental, la higiene y la salud escolar; si bien comienza con una visión preventivista (evitar la enfermedad a partir de mantenerse al margen de agentes infecciosos y de contaminantes) y una metodología educativo/persuasiva, poco a poco se fue construyendo una idea de educación sanitaria para la conservación de una vida saludable


Línea del tiempo, elaborada por Rocío López Lara

A mediados del siglo pasado, se hablaba de la “educación sanitaria” como un conjunto de experiencias que buscaban instruir a la persona sobre nociones fundamentales relativas a la salud y la enfermedad, así como inculcarle hábitos, actitudes y conocimientos útiles para su salud, la de su familia y la de su comunidad; con ello se trataba de despertar en ella el deseo de estar sana. Esta educación sanitaria encontró su espacio de acción predominante en la escuela de nivel básico y medio, centrándose en la transmisión de información en materia de higiene; en ese tiempo para la misma UNESCO y para la OMS el campo de acción de esta disciplina era el niño y su objetivo era educarlo sobre alimentación, nutrición e higiene, para que llevase una vida sana.

Al paso de los años, se fueron incorporando otros “temas” a esta educación sanitaria escolar como la prevención del consumo de drogas y los comportamientos saludables en la infancia y adolescencia. Las lecciones de aula se complementaban con experiencias extracurriculares como el saneamiento de los propios locales escolares. La educación sanitaria de los adultos se comenzó a trabajar como educación extraescolar, centrándose en la transmisión de conocimientos sanitarios y el fomento de actitudes, hábitos y prácticas higiénicas.

En 1964, un Comité de expertos de la OMS señaló que la educación sanitaria era parte integrante de la labor del médico general, por lo que debía cooperar con los servicios de higiene escolar, de higiene materno-infantil y de higiene del trabajo, así como con las autoridades locales y con el personal auxiliar comunitario. Si bien seguía siendo una visión higienista de la educación sanitaria, representó un primer llamado a la medicina respecto a su responsabilidad con las tareas educativas en salud.

Fue a partir de que disciplinas como la Higiene Social, la Medicina Social y la propia Salud Pública fueron aportando conocimientos sobre la determinación social de la salud que la noción de Educación para la Salud se expandió a un paradigma de bienestar del individuo y de la colectividad (Valadez y otros, 2004). En 1986, los países de la Organización Mundial de la Salud reafirmaron en la Carta de Ottawa el papel trascendental que debe jugar la Educación para la Salud en el logro de las aspiraciones del mundo por una salud para todos, en condiciones de equidad y con escenarios que favorezcan la capacidad y la autonomía de las poblaciones, a fin de que puedan realizar elecciones tendientes a su salud.

En ese camino nos encontramos...

20 de agosto de 2014

Estrategias y recursos para la enseñanza de la salud


La enseñanza de las ciencias de la salud y de la salud pública por muchas décadas se sostuvo en los esquemas tradicionales de transmisión de información a través de la cátedra del experto; pero, tras renovaciones paradigmáticas en el campo educativo, actualmente busca ser consistente con un modelo de formación integral, reflexivo e interdisciplinario, con métodos de enseñanza constructivistas (como el Aprendizaje Basado en Problemas) y apoyado en las tecnologías de la información y la comunicación como medio para acceder a las mejores evidencias científicas, al conocimiento global compartido y al intercambio de estrategias para el aprendizaje.



Las y los formadores en temas de salud enfrentan el reto de enriquecer su práctica educativa –desde la planeación hasta la interacción en el aula o en situaciones de campo- con recursos que promuevan aprendizajes significativos en los grupos. Estrategias y recursos pensados en consonancia con propósitos u objetivos reflexivos y transformadores, planeados para ser aplicados de manera flexible y participativa, diseñados con características que se acerquen a los estilos de aprendizaje y de trabajo de las y los participantes, de modo que con todo ello contribuyan a la cooperación y la participación activa del grupo, así como a la motivación individual y el aprendizaje relevante.

Con el propósito de apoyar a quienes se preparan como formadoras/es, en este espacio se abordarán diversas estrategias didácticas y recursos de apoyo para la enseñanza en materia de salud, lo mismo si se trata de acciones dirigidas a las personas en lo individual, a las poblaciones o a quienes se están formando como recursos humanos para el trabajo en salud.

Cabe mencionar que en la literatura pedagógica se encontrarán muchos términos para referirse a estos recursos de apoyo a la enseñanza: medios, materiales, auxiliares didácticos, recursos didácticos; diversos autores los conceptualizan de manera particular. En mi opinión, lo más relevante de esta diversidad es tener claro que cuando se habla de estrategias o recursos pedagógicos o de apoyo a la enseñanza estamos pensando en actividades, técnicas, instrumentos y materiales que son usados para mediar el aprendizaje, es decir, que están planeados y son utilizados con una intencionalidad, con un contenido y una estrategia consistentes con la búsqueda de una resignificación del objeto de estudio o una habilitación en la práctica.

Para mayor claridad de lo que estamos hablando, podríamos establecer las siguientes precisiones:

Estrategias de enseñanza: son procedimientos que la o el educador utilizan de manera reflexiva, intencionada y flexible para promover aprendizajes en el grupo de estudiantes; al ser un procedimiento implica una secuencia más o menos amplia y consistente de actividades y situaciones que permiten apoyar o mediar el proceso de interacción y comunicación que es la enseñanza. El enfoque constructivista es el que más ha desarrollado y explicitado estas estrategias. Por ejemplo: elaboración de resúmenes, organizadores gráficos, preguntas intercaladas, mapas y redes conceptuales, discusión guiada.

  • Estrategias de aprendizaje: son procedimientos que favorecen la autonomía, la autorregulación y la capacidad de aprender permanentemente; más que un automático “hábito de estudio”, representan actividades conscientes, voluntarias y planificadas que la o el aprendiz aplican de una manera flexible, reflexiva y autorregulada. También provienen en su mayoría de la pedagogía constructivista. Por ejemplo: el parafraseo, elaboración de inferencias, analogías, redes semánticas, mapas conceptuales.
  • Técnicas didácticas: son breves secuencias de actividades específicas diseñadas para orientar el aprendizaje en un área concreta del conocimiento; para una adecuada y congruente implementación, así como para el logro de los objetivos o propósitos de la situación pedagógica en la que se insertan, es muy importante tener claro el sustento pedagógico de las técnicas que se utilizan. Por ejemplo, existe una enorme cantidad de juegos y técnicas participativas publicadas que corresponden a modelos pedagógicos como el constructivismo, el sociocognitivo o el liberador; por otro lado, la técnica tradicional de la exposición o cátedra corresponde al modelo tradicional-transmisionista.
  • Medios y materiales didácticos: son recursos físicos con un contenido e intención pedagógica, y que son diseñados o preparados para mediar el proceso de enseñanza-aprendizaje (por ejemplo: fichas con instrucciones, casos para análisis, juegos de lotería o rompecabezas, mapas conceptuales, mapas mentales, cuadros comparativos, fotografías, historietas, CD musical, video, líneas del tiempo, modelos anatómicos, hojas de evaluación). Generalmente las características y forma de uso de un material didáctico corresponde con el modelo pedagógico y con la estrategia de enseñanza que los sustenta; por ejemplo, la lectura rígida o el uso lineal de una presentación de power point corresponde con una técnica de enseñanza expositiva, que apuesta a la transmisión de información como clave para generar aprendizajes. Por otro lado, el diseño de mapas conceptuales, cuadros, líneas del tiempo y su uso reflexivo y participativo dentro del aula corresponde con estrategias constructivistas, que los conciben como “andamiajes” o “puentes” en el proceso del estudiante de acercarse al conocimiento.
  • Recursos de apoyo: materiales físicos de apoyo a la enseñanza (por ejemplo: lápices, marcadores, pizarrón, proyector, computadora, papel, cartulina, tijeras, hilo).










17 de agosto de 2014

Estrategias para enseñar a pensar en el aula






¿Alguna vez han pensado en los espacios educativos como escenarios donde cada persona juega un rol? En el hogar, las personas adultas educan y los jóvenes aprenden; en la escuela el profesor o experto educa y adiestra, el grupo aprende. Los roles parecen claros, y desafortunadamente por mucho tiempo han sido inamovibles. Pese a que parecen estar tan naturalizados, las personas no siempre los pueden ejecutar por el sólo hecho de ser designados como tales; es decir que para asegurar el éxito de su ejecución, el estudiante tiene que aprender a aprender y el docente o profesor tiene que aprender a enseñar a pensar.


Como se imaginarán ambas tareas representan retos enormes y requieren de procesos de formación y praxis que rebasan por mucho el espacio de este blog. Pero, como apoyo a su formación, parece útil presentar aquí brevemente algunas de las estrategias de enseñanza más útiles en los entornos educativos formales.

La enseñanza es un acto estratégico e intencionado de mediación; el agente que enseña prepara, organiza y proporciona al grupo situaciones y recursos de apoyo que servirán como un “puente” o un “andamio” para que las y los participantes del grupo se aproximen, reflexionen y comprendan los contenidos curriculares. Si bien la enseñanza es un proceso que comienza con el protagonismo del educador –que elige, diseña y propone-, durante su ejecución sin lugar a dudas se convierte en una construcción conjunta, donde el grupo negocia y crea el diálogo y el saber, pero esta creación conjunta sólo se logra si el educador pone en juego una actitud constructivista hacia el aprendizaje, así como una serie de estrategias para prestar la ayuda pedagógica.

Frida Díaz-Barriga (2002) sintetiza las estrategias de enseñanza como los “procedimientos que el agente de enseñanza utiliza en forma reflexiva y flexible para promover el logro de aprendizajes significativos en los alumnos”. Por el momento en que se usan, estas estrategias pueden clasificarse en:

Preinstruccionales: aquellas que se utilizan durante la preparación de la sesión o al inicio de la misma; sirven para alertar e incentivar al estudiante sobre qué y cómo va a aprender. Algunos ejemplos:
  • Preparación de objetivos claros o intenciones educativas; presentación explícita de ellas y diálogo con el grupo al respecto.
  • Preparación de ilustraciones (fotografías, dibujos, pinturas, diagramas, infografías) y gráficas, para apoyar el trabajo sobre los contenidos.
  • Preparación de organizadores gráficos para la presentación de los contenidos (esquemas, mapas conceptuales y mentales, cuadros sinópticos, diagramas de llaves).
  • Preparación de resúmenes y casos para trabajar los contenidos.
  • Señalizaciones en el discurso escrito (usar claves, avisos y resaltados estratégicos dentro del texto impreso o en power point; presentación previa de la información relevante; presentación final de la información relevante; empleo de recursos de edición para destacar ideas).
Coinstruccionales: las que se utilizan durante una sesión; favorecen la atención del estudiante y apoyan sus procesos de codificación, conceptualización, organización y comprensión de los contenidos. Ejemplos:
  • Activación del conocimiento previo, mediante preguntas y socialización de lo que saben sobre el tema.
  • Uso de alguna actividad focal introductoria (estrategias o situaciones específicas que generan discrepancia con los conocimientos previos del grupo).
  • Señalizaciones en el discurso oral (explicación de conceptos, uso de redundancias, de ejemplos o simplificaciones; preguntas intercaladas, confirmaciones, repeticiones, reformulaciones, recapitulaciones, analogías).
  • Discusión guiada (interacción planificada sobre un tema central).
  • Elaboración de mapas conceptuales o mentales o algún otro organizador gráfico, para apoyar la explicación y el diálogo con el grupo.
Postinstruccionales: las que se utilizan al término de una sesión o secuencia; ayudan al estudiante a tener una visión integral del material trabajado. Ejemplos:
  • Elaboración de resúmenes y síntesis, cuadros sinópticos, mapas conceptuales y mentales (por parte de los estudiantes).
  • Resolución de problemas y casos, donde se apliquen los aprendizajes.
  • Realización de investigaciones, para ampliar los conocimientos.
  • Elaboración de Cuadros C-Q-A (se trata de una estrategia para activar y sistematizar los conocimientos; tiene la forma de una tabla con 3 columnas y se va llenando desde el inicio de la sesión o secuencia; al principio, el estudiante anota lo que sabe y lo que quiere aprender sobre un tema; al final, anota lo que ha aprendido).

Ahora que hemos identificado algunas de las estrategias y posibilidades para apoyar a las y los estudiantes en su propio proceso de aprender, ¿han identificado cuáles han puesto en práctica ustedes, como formadores en salud?

15 de agosto de 2014

El Mapa Conceptual: técnica para enseñar y aprender















Tradicionalmente se ha entendido el aprendizaje como la adquisición o modificación de conocimientos, a partir de tener contacto con nueva información o, en algunos casos, con nuevas experiencias; se trata de un aprendizaje memorístico o por repetición que no establece asociaciones entre la información nueva y la ya almacenada. Frente a esta noción la pedagogía cognoscitivista plantea que el aprendizaje es un proceso reflexivo y consciente a través del cual se interiorizan e incorporan nuevos hechos, conceptos e ideas y se relacionan intencionalmente con conceptos anteriores, creando estructuras de significados; en tanto más ricas, amplias y organizadas sean esas redes de significados más sólidos, estructurados y perdurables serán los aprendizajes significativos.

La investigación neurofisiológica más avanzada ha confirmado que el cerebro aprende y recuerda a partir de los significados y de las conexiones que se establecen entre los hechos o eventos. Sin embargo, estas redes o estructuras de significados que el cerebro humano genera no son perceptibles –a diferencia de una red neuronal-; al ser conexiones semánticas –basadas en el significado de las palabras o los eventos- se describen como conexiones hipotéticas que se crean en tanto las personas reflexionan, relacionan, manipulan, cuestionan y conectan con su realidad los hechos o conceptos motivo del aprendizaje.


 Imagen de las conexiones neuronales; tomado de: http://cajalesygalileos.wordpress.com/2013/06/

Con base en esta explicación del proceso del aprendizaje, diversos especialistas han planteado la utilidad de los organizadores gráficos como estrategia para la enseñanza y el aprendizaje.


¿Que es el mapa conceptual?

Se trata de una técnica para esquematizar información creada por Joseph D. Novak; su fundamentación teórica radica en la teoría del aprendizaje de Ausubel (aprendizaje significativo), según la cual la enseñanza-aprendizaje centrada en el estudiante busca el desarrollo de las capacidades para aprender, más que la sola memorización de una información. Los mapas conceptuales son representaciones gráficas que se elaboran respecto a un conjunto de información o un tema; su característica distintiva es que la información se organiza y representa a través de una estructura jerarquizada que refleja la importancia, relaciones y desagregaciones de los elementos conceptuales del tema.

Representan una estrategia muy útil para apoyar el abordaje de contenidos en grupo, ya que permite activar los conocimientos previos de las y los participantes; facilita la presentación de material con alto potencial significativo y proporciona una estructura lógica y eficaz de la información, para su asimilación, su reflexión y la interiorización; apoya al grupo en la comprensión de los principales elementos del tema así como en el análisis de las relaciones semánticas de los conceptos; favorece el anclaje de los nuevos elementos a estructuras previas y, finalmente, es un medio útil para evaluar el aprendizaje. Con relación a esta última aplicación –la evaluación-, los mapas conceptuales constituyen un método congruente con un enfoque del aprendizaje que concibe el conocer como equivalente al comprender el significado (si algo se ha aprendido, se tendrá certeza y seguridad de su significado, se podrá hacer un análisis de él y se podrán tomar decisiones respecto de eso que se conoce).


Elementos para su diseño
  • Conceptos: palabra o descriptor que expresa un tema, evento o situación de relevancia; implican un conjunto de regularidades e ideas compartidas por los individuos; son una especie de imagen abstracta de “algo”; los conceptos pueden ser:
    • Supraordinados: que incluyen o subordinan a otros
    • Coordinados: que están al mismo nivel de inclusión que otros
    • Subordinados: que son incluidos o subordinados por otros
  • Proposiciones: se forma por dos o más conceptos relacionados por medio de un predicado o una palabra de enlace
  • Nexos o palabras de enlace: que reflejan el tipo de relación existente entre dos conceptos o grupos de ellos.

En la siguiente imagen se ejemplifica la aplicación de estos elementos, tomando como información los elementos conceptuales más importantes relacionados con la noción de salud pública (según el artículo “La noción de salud pública: consecuencias de la polisemia”, de R. Darío Gómez, 2002).

Mapa conceptual elaborado por Rocío López Lara


Recomendaciones para su elaboración
  • A partir de la revisión del tema, elaborar una lista o inventario de los conceptos involucrados; posteriormente, clasificarlos según el nivel de inclusividad.
  • Es muy importante identificar el concepto nuclear del cual se desprenderán o desagregarán los demás niveles.
  • Representar los conceptos por elipses u óvalos (llamados nodos) y las palabras de enlace por etiquetas adjuntas a líneas (relaciones de jerarquía) o flechas (relaciones de cualquier otro tipo).
  • Organizar los conceptos en una jerarquía clara, colocando en la parte superior del mapa los conceptos más inclusores o los más generales, y en los niveles inferiores aquellos subordinados.
  • Mantener sus características distintivas: disposición de los conceptos según orden de importancia o de inclusividad (jerarquización); estar integrado por la información más relevante, sintetizada, clara y concisa (selección); y procurar su impacto visual.



  

4 de agosto de 2014

¿Qué son los mapas mentales?


Al igual que los mapas conceptuales, los mapas mentales son diagramas o representaciones semánticas de un tema o conjunto de ideas. Para Tony Buzan, escritor y consultor educativo creador de la estrategia, son una especie de cartografía de las ideas principales de un tema o texto, donde los diversos subtemas forman nodos conectados; este gráfico se forma por numerosas asociaciones de ideas –generalmente simbolizadas- agrupadas según su importancia y su conexión con el tema central.

A diferencia de los mapas conceptuales, en esta estrategia es vital usar símbolos y colores, ya que funciona bajo el supuesto de la riqueza nemotécnica de las imágenes. ¿Sabían ustedes que el cerebro recuerda las imágenes, los símbolos o los colores más que las palabras? Como estrategia de aprendizaje se ha enfatizado su utilidad para desarrollar la creatividad, la memoria y para organizar la información. 

Tal vez ustedes son de las personas que no pueden evitar hacer anotaciones y garabatos en un papel o en la libreta durante la escucha de una charla o clase; puede ser que sólo están tratando de mantenerse ocupados durante una sesión poco interesante -al menos, para ustedes-; pues bien,  a partir de ahora les invito a tratar de estructurar y organizar más esos garabatos de manera que representen simbolizaciones y asociaciones sobre el tema, mismos que les podrían ayudar a aprender y recordar el contenido de la sesión.


Elementos para su diseño

Los mapas mentales se elaboran con:
  • Imágenes, símbolos y palabras que representan ideas
  • Líneas, ligas y ramificaciones
  • Colores

Su característica principal es su estructura radial a partir de una idea central o núcleo, desde la cual se van asociando –de manera intuitiva- ideas o temas secundarios. Como ya se mencionó, la idea principal se coloca al centro mediante una palabra o una imagen; después, se desprenden de esta imagen central líneas con nuevas imágenes o palabras claves, que representan temas secundarios; de estos pueden desprenderse nuevos temas o conceptos aún de menor relevancia, por lo que las ramas secundarias se dividirán aún más. En la siguiente imagen se muestra un ejemplo de este diseño:


Mapa de la teoría de sistemas; tomado de: http://www.facmed.unam.mx/emc/computo/mapas/ejemplos.htm


Recomendaciones para su elaboración
  • Colocar en el centro de una página el asunto central (puede ser una palabra, o una imagen)
  •  Identificar grupos de ideas o subtemas, así como su relación con el asunto central.
  • Desarrollar cada uno de esos subtemas con nuevas imágenes o palabras unidas al tema central por líneas o ramificaciones.
  • Trabajar en todas las direcciones de la hoja, de preferencia siguiendo el sentido de las manecillas del reloj.
  •  Utilizar la mayor cantidad de imágenes, símbolos y colores.






Recursos relacionados

Finalmente, les dejo aquí una lista de programas para hacer mapas conceptuales y mentales; en su mayoría son fáciles de explorar y utilizar, algunos con más recursos que otros para la simbolización y la inclusión de imágenes -algo que como ya vieron es clave en los mapas mentales-; los pueden encontrar libres en la Web. Adelante, les invito a diversificar sus recursos para estudiar e incluso para preparar sus sesiones como educadores/as de la salud.
  • CmapTools
  • MindManager
  • FreeMind
  • Mindomo
  • Vue (Visual Understandign Environment)
  • iMindMap
  • Inspiration
  • VYM (View Your Mind)