25 de agosto de 2014

Educación saludable


Cuando se habla de educación para la salud, educación sanitaria y formación de recursos humanos en salud es fundamental reconocer que bajo toda práctica educativa subyace un discurso teórico-epistémico, el de la propia noción de educación, el de la noción de salud, el mismo ideal de ser humano y de sociedad que se busca. De la forma como la institución educadora y el educador respondan a preguntas sobre “¿para qué educamos?” y “¿cómo educamos?” dependerá la forma como se configure el acto educativo, así como los roles que asuman todos los actores del proceso.

En la Educación para la Salud se realizan acciones con un enfoque de desarrollo personal (centradas en el individuo) y otras de desarrollo social (dirigidas a grupos y organizaciones comunitarias); cuando la educación para la salud favorece el desarrollo de capacidades para el autodiagnóstico, el aprendizaje permanente, la toma de decisiones –individuales o por consenso-, la organización familiar o comunitaria, cuando favorece conocimientos en materia de protección de la salud, prevención de riesgos y enfermedades y, especialmente, saberes específicos en materia del ejercicio de los derechos para su atención, podemos decir que es una educación para la salud que genera empoderamiento y una educación para la vida.

Esto implica que el educador para la salud no puede ser sólo un transmisor de información ni un capacitador en temas especializados; se requiere que actúe como un problematizador, como un facilitador de situaciones y de oportunidades para reflexionar, para autocuestionar las actitudes y, especialmente, para construir saberes que permitan a las personas transformar sus vidas y sus prácticas de cuidado de la salud.


Por otro lado, la llamada educación médica o educación en ciencias de la salud, consiste en la formación de estudiantes de pre y posgrado dentro de campos disciplinares que contribuyen a la investigación y la atención de la salud y la enfermedad de las poblaciones. Al ser predominantemente una educación universitaria ha estado dominada por el enfoque academicista del conocimiento y el enfoque biologicista y patológico de la salud/enfermedad. La enseñanza médica o de ciencias de la salud enfrenta también la difícil tarea de renovar sus objetos de estudio, sus paradigmas pedagógicos y las propias actitudes personales de los cuerpos docentes. En Salud Pública hemos asumido que la “Educación en Salud” representa un campo multidisciplinar en el que se suman saberes de las ciencias de la salud y la biomedicina, de las ciencias de la conducta, de las ciencias de la educación y de las ciencias de la comunicación; esto ha implicado el compromiso por desarrollar programas de estudio y prácticas educativas con una visión más social e integral de la educación, la salud y el desarrollo humano; también la búsqueda de modelos de enseñanza constructivistas, que favorezcan la colaboración entre pares, el aprendizaje autónomo, la práctica profesional situada en contextos significativos y de realidad. Una educación profesional reflexiva y socialmente pertinente.

Ese ideal de educación para la salud y educación en salud aún está lejos. Debemos reconocer que la instrucción comunitaria en temas de salud, la asesoría individual en consulta y la educación médica o en ciencias de la salud, se ha caracterizado por el manejo dogmático del conocimiento, la verticalidad y unidireccionalidad de la comunicación y por el uso de métodos de enseñanza expositivos que fomentan el rol de receptor pasivo en el estudiante; ha sido por mucho tiempo una enseñanza bancaria que aliena más que empoderar.


Por ello resulta aún más necesario que en ambos ámbitos de acción –con la población usuaria de los servicios y en la formación profesional de trabajadores de la salud- se trabaje por lograr una educación saludable, que ayude a las personas a reconocer y reflexionar su realidad, que les permita participar en su entorno familiar y social con una mayor conciencia del origen de los problemas relacionados con la salud, que les acompañe en el proceso de descubrir los recursos informativos para cuidarse y cuidar de los demás, incluso que les permita identificar aquellos factores negativos para el cuidado de la salud que están determinados a un nivel superior a su propia voluntad y, finalmente, se requiere de una educación saludable que favorezca condiciones para que las personas tomen decisiones responsables e informadas para la transformación positiva de su vida y su entorno.

Es bajo esta lógica que surgió el nombre de este blog como “Educación saludable”, pensando en las acciones educativas generadas con la población para la protección de su salud, así como en un estilo de interacción educativa que hace falta en los espacios formales de preparación del recurso humano en salud: una interacción educativa saludable que respete las experiencias, los contextos y las perspectivas de las y los participantes, que potencie su desarrollo humano, que estimule en ellos la cooperación… actos educativos que no enfermen.

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